Aprobada como dictamen colegiado de la Junta de Instrucción Pública a pesar de que no todos sus miembros estuvieron de acuerdo con ella, el 15 de diciembre de 1809 se remitió a la Comisión de Cortes. La Memoria fue impresa en ese mes de diciembre en el establecimiento sevillano de Manuel Muñoz Álvarez y comenzó a venderse, para ilustración general, en la librería de Hidalgo, en la calle Génova. Era un folleto de 32 páginas que, curiosamente, no iba firmado con el nombre de su autor, sino con las iniciales D.J.I.M.
De todas formas, a pesar de que los contenidos y la difusión de la Memoria sobre la libertad política de la imprenta hacen que actualmente pueda reivindicarse el papel pionero de José Isidoro Morales en esta cuestión capital de la conformación del liberalismo en España, hay algo que quizás es aún de mayor relevancia: no solo fue Morales quien escribió y dio a luz la Memoria, sino también el autor del proyecto de ley que la acompañaba y que, aunque se remitió igualmente a la Comisión de Cortes por parte de la Junta de Instrucción Pública, no fue impresa. Afortunadamente, ese proyecto, de puño y letra de José Isidoro Morales, está conservado en el Archivo del Congreso de los Diputados. Era un proyecto de quince artículos que constituyó el borrador sobre el que las Cortes más tarde trabajarían. Posiblemente, por tanto, el Proyecto de la ley sobre la libertad de la imprenta supuso una aportación de Morales mayor que la que constituía puramente su Memoria, aunque, al ser un documento de trabajo y no ver la luz impresa, no llegara a ser tan conocido entonces ni sea tan valorado hoy. El proyecto de ley fue puesto en limpio por Morales el 14 de diciembre de 1809 y se remitió a la Comisión de Cortes, junto a la Memoria, un día después.
Las ideas de Morales circularon y tuvieron un amplísimo eco, siendo el antecedente más directo del decreto de 10 de noviembre de 1810 por el que las Cortes de Cádiz renunciaban a la censura previa -salvo en lo relativo a la religión, cosa que no había exceptuado el onubense- y reconocían tanto a instituciones como a individuos “la libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anteriores a la publicación”. Fue la primera vez que en España se decretaba la libertad de imprenta. José Isidoro Morales, pese a que se ha tardado dos siglos en reconocer su responsabilidad en ello, bien puede considerarse con justicia el padre de dicha libertad, hoy capital en la democracia.